Una percha a la espera de su prenda a la medida de su talla

Si tienes que forzarlo, no es tu talla

La sabiduría de soltar lo que no te queda

 A veces la vida nos habla en frases simples pero implacablemente verdaderas. Esta es una de ellas.

Nos enseñaron que todo lo valioso se consigue con esfuerzo. Y es cierto: crecer, sostener un vínculo sano, construir proyectos, demanda compromiso y dedicación.
Pero hay una diferencia abismal entre esfuerzo y forzamiento.
El primero fortalece. El segundo desgasta.

Forzar es ir contra la naturaleza de las cosas. Es intentar quedarte en un lugar que no te contiene. Es moldearte a un espacio que no está hecho para vos. Es manipular una situación para que encaje donde no encaja.

¿Cuántas veces te viste intentando forzar un vínculo que ya te estaba expulsando silenciosamente?
¿Cuántas veces te quedaste en un trabajo que no solo no te valoraba, sino que te marchitaba?
¿Cuántas veces te convenciste de que “con un poco más de sacrificio” las cosas se acomodarían, cuando en realidad solo estabas cediendo pedazos de vos?

Lo que es genuino no te hace sentir en deuda permanente con vos mismo.
Los espacios que son para vos, te quedan bien. No porque sean perfectos, sino porque te permiten ser sin dejar de estar en paz contigo.

Eso no significa que las relaciones o los proyectos ideales no tengan dificultades. Las tienen. Pero hay un límite claro: lo sano no te pide que dejes de ser quien sos. No te exige que te deformes para caber.

Soltar no siempre es resignación. Muchas veces es sabiduría.
Soltar es admitir que merecés otra cosa.
Es reconocer que forzar una situación solo va a llevarte a un desgaste estéril.
Es permitir que lo que no fluye, se retire. Porque en ese vacío nuevo, quizás aparezca lo que realmente te pertenece.

La vida tiene su propia sastrería emocional. Lo que es para vos, te queda. Te permite respirar, moverte, crecer. No te asfixia.

El amor no duele de forma crónica. El trabajo no debe costarte la salud. Las amistades no deberían hacerte sentir invisible. Las oportunidades no deberían encadenarte a lo que te marchita.

Lo que es para vos… te abraza, no te aprieta.

Lo que es para vos… no necesita que te fuerces hasta romperte.

Porque si tienes que forzarlo… no es tu talla.

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